Haber hecho el secundario en las afueras del casco urbano de La Plata, era estar un poco aislado de la vida febril de esta capital provincial.
Y el ser de un colegio del estado en los 90`s nos aseguraba tener pocos ingresos o nulos para nuestras desventuras.
Las “ratiadas” implicaban toda una odisea, ya que no nos podíamos quedar en el barrio, primero por ser algo muy aburrido y segundo porque el rondar estos arrabales implicaba delatar nuestra ausencia de la institución educativa. (no se si realmente porque hubiera represarías, pero el imaginario estaba sino donde esta la gracia de ratiarse no?)
Bueno, el tema era precisamente acercarnos al centro, pero dado que no contábamos con capital para atravesar las 30 cuadras que nos separaban, debíamos emprender largas marchas.
En esas largas y tortuosas marchas descubrimos algo que podíamos llamar un medio de transporte alternativo...así descubrimos que nos podíamos tomar un culo, si como lo han leído... nos tomábamos un culo. Esta practica consistía en seguir a una agraciada señorita, de turgentes posaderas y seguirla las cuadras que fueran necesarias, siempre y cuando no nos alejara de nuestro destino final. Cosa que en nuestra obnubilación imaginativa adolescente ocurría a menudo. Pero bueno esas cosas pasaban.
Así señores si uds. quieren ahorrar, o deben caminar largas distancias hagan la prueba tómense un culo, y después me cuentan.
Y el ser de un colegio del estado en los 90`s nos aseguraba tener pocos ingresos o nulos para nuestras desventuras.
Las “ratiadas” implicaban toda una odisea, ya que no nos podíamos quedar en el barrio, primero por ser algo muy aburrido y segundo porque el rondar estos arrabales implicaba delatar nuestra ausencia de la institución educativa. (no se si realmente porque hubiera represarías, pero el imaginario estaba sino donde esta la gracia de ratiarse no?)
Bueno, el tema era precisamente acercarnos al centro, pero dado que no contábamos con capital para atravesar las 30 cuadras que nos separaban, debíamos emprender largas marchas.
En esas largas y tortuosas marchas descubrimos algo que podíamos llamar un medio de transporte alternativo...así descubrimos que nos podíamos tomar un culo, si como lo han leído... nos tomábamos un culo. Esta practica consistía en seguir a una agraciada señorita, de turgentes posaderas y seguirla las cuadras que fueran necesarias, siempre y cuando no nos alejara de nuestro destino final. Cosa que en nuestra obnubilación imaginativa adolescente ocurría a menudo. Pero bueno esas cosas pasaban.
Así señores si uds. quieren ahorrar, o deben caminar largas distancias hagan la prueba tómense un culo, y después me cuentan.
4 comentarios:
Hola, estoy de visita en tu blog, que divertido tomarse un culo, nunca lo había escuchado, ahora bien el trayecto dependía del tamaño de esa parte femenina, o sea a mayor culo, mayor distancia, o no tenía nada que ver...
Un beso y gracias por visitarme, ahora somos visitantes mutuos.
Uh, una vez seguí, perdón, me tomé uno. Pero más que un culo, seguí un perfume, Kenzo si mal no recuerdo. Pasó al lado mío por Plaza de Mayo y sin pensarlo ni mirar, me di vuelta y lo seguí, más para disfrutar del perfume que para admirar el panorama que se desplazaba delante mio. Otras veces olí el mismo perfume, pero sin que me afecte de esa forma, quizá por las diferencias de la piel de quién lo use.
No era una señorita, era un caballero. Habrá sido ese mi primer viaje en culo? :)
buena inspiración para la vida deportiva.. y sobre todo pa sobrellevar la caminata económica
Gracias malizias me halaga viniendo de vos, nose si mayor pero seguro que la belleza entraba en juego
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